Thursday, April 24, 2008

Igual en verano que en invierno


Yo no sé qué tienen tus piernas que siempre termino por seguirlas. Quizá sea el camuflaje de invierno. Las piernas escondidas, las piernas disfrazadas, las piernas de colores.


La imagen policromática se forma casi por arte de magia. Basta que baje una ola polar y se tope con el aire cálido del océano. Como batalla de pandillas, aire y calor se enfrentan y en lugar de sangre riegan nieve sobre Manhattan. La batalla se libra en el cielo y los copos caen lento, apenas sometidos por la gravedad. Fractales voladores, inestables, casi etéreos.


También como caídas del cielo, junto con la nieve, salen a la calle las piernas maquilladas, contenidas por la tela y andan ligeras por la acera en un acto de flirteo pausado. Una invitación a seguir el camino que se ensancha en los muslos, previendo la llegada al paraíso. El invierno pierde el gris del frío para regalarme tus piernas impredecibles, que sigo y persigo inevitablemente.

Las piernas dejan atrás sus pasos. Se mueven lento, aerodinámicas, cortando el aire, el frío y la respiración, dejando una estela de luz en medio de la blanca nieve. Las piernas se convierten en el camino, el movimiento y el objetivo, en la promesa de un remanso en medio de la vorágine invernal.

Pero la Tierra se mueve, se inclina, y las ondas polares se disipan con el sol que ahora pega más de frente. El invierno y sus colores se diluyen, para dar paso a una primavera que poco a poco va deshaciéndose de los disfraces de las piernas, ahora insípidas.

¿Quién puede conformarse con las piernas tiernas, tersas, suaves, que se ven desnudas por la calle sin ningún pudor? ¿Quién puede deleitarse con las piernas tenues y pálidas que andan incontenibles, incontenidas?

Al final, tus piernas rebeldes salen descubiertas a las calles. Piernas sin sal ni pimienta que se contonean y se mueven impunes, impúdicas, sin vergüenza, sin decoro.

Me pregunto: ¿Quién las voltea a ver, quién las va seguir?

Y de golpe, como si me cayera de la cama luego de un mal sueño, me percato que soy yo mismo quien sigue persiguiendo tus piernas, ya sea primavera u otoño, de noche, de día y de mañana, vayan al norte, al sur, al oriente o al poniente, al cielo o al infierno. Yo soy quien va detrás de tus piernas igual en verano que en invierno.




Thursday, April 17, 2008

Hago un inútil catálogo de tus sonrisas,
un inventario de tus muecas,
una taxonomía de las palabras
que salen de tu boca,
redefino el diccionario con
tus muletillas, verbos y adjetivos,
tipifico además tus ademanes,
ordeno de mayor a menor
cada cabello que cae


sobre tus hombros,
mapeo las pequeñas imperfecciones
de tu espalda, una y otra vez,
como cartógrafo en jaculatoria.
Un completo trabajo de clasificación
que se desvanece con tu olor cuando te alejas,
para que sólo quede el minucioso reporte
de las muchas formas que tienes
de decirme no.