Monday, August 6, 2007

S.O.S.

Cuando iba en quinto de primaria, atrás de mí se sentaba Tere H. Junto a ella estaba Joel B. Los tres platicábamos mucho. Tere y yo solíamos jugar timbiriche (me gustaba jugar con ella porque era más distraída que yo y podía ganarle fácil).

Un día Joel y Tere hablaban de rock. Un tema imponente a esa edad. Ambos tenían hermanos mayores y hablaban con autoridad de los grupos. Me preguntaron cuál era mi grupo favorito y yo contesté de inmediato (quizá ahora, 25 años después, la respuesta sería la misma, aunque con muchos más matices): Los Beatles.

Ellos me vieron dubitativos, pero al final nadie podía decir que Los Beatles fuera una mala elección y pasé la prueba.

Después ellos dijeron categóricos, los dos, casi al unísono: Police.

Ese fue mi primer contacto con The Police. Y ahí empezó mi gusto insensato por la banda.

Luego en los demoledores años 80, el sonido de The Police se hizo el rey en toda estación de rock y se volvieron un ícono (a pesar de Every breath you take, no dejaron de ser la banda de rock que eran).

Cuando cumplí 15 años y los conciertos de rock en México eran otra de las cosas que había que conseguir en el extranjero, la banda se deshizo. Se pelearon. Y comencé a hacerme a la idea de que verlos en vivo sería otro imposible en mi vida. (El último concierto de Los Beatles fue cinco años antes de que yo naciera y todavía me duele...)

Sin embargo, hoy en la noche se cumplió lo imposible y faltando diez minutos para las 9 pm ET, Stewart Copeland le pegó con un mazo a un gong, Sting empezó a rascar un viejo bajo eléctrico y Andy Summers hizo que su guitarra llorara suavemente.

El Giant Stadium gritaba con Message in a bottle. El grupo le mandó su SOS al mundo y el mundo, concentrado en ese estadio, contestó brincando.

Luego el escenario se iluminó de rojo y como si fuera la primera vez, Sting dio ese grito desgarrador: Roxanne.

Después, la guitarra del sr. Summers, por un momento, por un momento entero, pareció eternizarse en el -irónico- solo de So lonely.

Every little thing she does is magic fue una cascada en medio del verano.

Como si hubiera esperado mi vida entera, mis pupilas se dilataron cuando empezaron a tocar Wrapped around your finger.

Walking in your footsteps; Synchronicity II; King of pain; De do do do De da da da. Una gran versión de Can’t stand losing you y por supuesto Every breath you take, además de canciones de su primer disco que yo había olvidado que existían, pero me devolvieron de inmediato a la secundaria.

Al final, lo que diga será poco o será desproporcionado. A mucha gente no le ha gustado el concierto, los críticos lo hicieron pedazos.

Sin embargo, la verdad es que en dos horas yo recuperé más de dos décadas de espera.

Después de esto, sólo puedo citar a otro grupo de rock inglés: Wish you were here.